La importancia de la visión

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Hace más de 4,000 años, Dios le dijo a un hombre que mirase las estrellas. Probablemente conoces su historia. Él era Abraham, el padre de la fe. Era un fiel servidor de Dios, pero quizás ese día estaba un poco desanimado. Cuando el Señor le dijo que le daría una gran recompensa, él respondió: ¿Y para qué vas a darme algo, si sigo sin tener hijos y me heredará uno de mis criados? Entonces el Señor lo llevó afuera, y le dijo: «Mira hacia el cielo y cuenta las estrellas, a ver si puedes. ¡Así de numerosa será tu descendencia!» (Gn. 15:1-5, NVI). Le dice: Abraham, tú eres muy viejo, tu mujer es anciana y estéril y todavía no tienes hijo; pero cada vez que mires al cielo estrellado podrás ver cómo será la descendencia que te prometí. Le estaba enseñando a soñar los sueños de Dios.

Más adelante agrega: «De cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar» (Gn. 22:17). Creo que Abraham, caminando por esos desiertos, diría: «Como esta arena será mi descendencia». Hasta en el piso podía ver la visión celestial. Dios le da a Abraham una visión de bendición y multiplicación imposible de calcular humanamente. Esa promesa también es para todos; para ti y para mí, es parte del llamado que Él dio a Su Iglesia. Somos descendientes espirituales de Abraham.

Dios te promete que vas a llevar un fruto que no imaginabas. Una vez más, en Génesis 28:14, Dios dice a Abraham: «Será tu descendencia como el polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente». Se lo dice a Abraham, el hombre sin hijo, y también a ti. De tu familia, como de la suya, saldrá bendición para muchos otros: «… y serán benditas en ti todas las familias de la tierra» (Génesis 12:3). Observa que no dice los individuos, dice las familias. Como Iglesia, hemos cometido un error: hemos descuidado las familias.

Los cristianos tenemos toda clase de ministerios, pero las familias están muy debilitadas. Así que ora y comienza a tener ya la visión de muchos parientes convertidos: tíos, primos, sobrinos, hermanos, padres. Sueña con eso; ora por eso. Sí, cada uno tiene su individualidad, cada uno deberá decidir. Pero tú clama: «Señor, salva a esta persona». La vida es muy triste si no hay visión. Te confundes si no tienes visión. Tener visión es saber lo que Dios quiere hacer mediante nuestras vidas. Muchos sólo miran las necesidades naturales que sin duda deben ser atendidas. Pero, ¡qué impactante cuando Dios nos saca de la cocina, del comedor, de la TV, del trabajo, y nos dice: Ven y mira a los cielos; yo te voy a mostrar mi visión! Estoy convencido de que la visión sana. Junto con ella recibes sanidad, recibes fortaleza divina para seguir adelante. ¿Está tu corazón dispuesto a aceptar la visión que Dios tiene para tu vida? Esto es para todo ser humano que dice: Yo creo en Dios.

Ya no quiero vivir en limitaciones, quiero aceptar la visión que Jesús nos dejó: «Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura». Te pido que desde hoy te conviertas en un soñador; en alguien que está por encima de la mediocridad, y puedas tener esos momentos en que respires hondo y veas la visión que Dios tiene para tu vida. Muchos de ustedes están pasando dolor, están pasando crisis. Escúchame: Él está entrenando tu vista para que, detrás de las realidades de la vida, veas la visión que tiene para ti. Algunos se quedaron atascados en el desierto de las excusas. Una forma de sanarnos es tener la visión para nuestra vida. Ella nos ilumina, nos da fuerzas cuando ya no podemos más. Quiero animarte a que mires al cielo estrellado y veas allí la gloria de Dios. Atrévete a levantar los ojos y ver las realidades de Dios. Cuando mires al cielo verás la visión; cuando mires al suelo verás la visión: «Así será tu descendencia». Di: Esta misma semana quiero comenzar a involucrarme, a integrarme a la iglesia, a orar por los perdidos y a buscarlos. Como Abraham, voy a soñar los sueños de Dios y voy a verlos cumplirse en mi vida.

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