Cómo lo que parece ser una tormenta se llega a transformar en un día de sol. Dios, a través de Su Palabra, nos revela que hay salida, que no se olvidó de nosotros y que no todo está perdido. ¿Has tenido alguna vez una noche tan “mala” que sueles referirte para siempre a ella con la simple frase “aquella noche”? Bueno, “aquella noche” para la reina Ester (Ester 6:1) fue realmente mala porque ella había tenido la esperanza y había planeado una solución para su problema; había logrado obtener acceso al rey, había creado la atmósfera, pero para el final de la noche, sus circunstancias no habían cambiado. Tal vez tu hayas visto tus circunstancias alineadas en tu contra.
Hiciste todo lo que sabías hacer: fuiste a la iglesia, oraste, incluso te arrodillaste en el altar. Diste más en la ofrenda, ayunaste, e hiciste todo lo que sentías que debías hacer, pero las circunstancias no cambiaron. La fe no es realmente probada durante un servicio de adoración, mientras estamos en la presencia del Rey. Nuestra fe será probada después del servicio.
Es lo que hacemos después de la iglesia, después de la salvación, después de que hemos hecho todo y aparentemente nada ha cambiado. La situación de Ester, después de que arriesgó su vida al entrar en la presencia de un rey implacable, su enemigo todavía existía, sus poderes estaban intactos, sus planes activos. Él estaba listo para ejecutar un asesinato legalizado contra cada judío en el Imperio Persa. Por eso sé que esa fue una mala noche para Ester.
El primer banquete concluyó aparentemente sin haber logrado nada. Yo creo que ella estaba totalmente consciente de que los planes de su enemigo aún seguían vigentes. Ella sabía que el rey no estaba al tanto de la situación desesperada que ella y su tío enfrentarían si el complot de Amán de erradicar a los judíos tenía éxito. A pesar de todos los esfuerzos de Ester, nada funcionó; entonces Ester invitó al rey y a Amán a otro banquete la noche siguiente. ¡Pero nada obraba a favor de Ester! Todos los planes de Ester parecieron ser en vano. Aquella iba a ser una noche muy mala. Cuando todos se fueron del banquete, la Biblia declara definitivamente: “Aquella noche el rey no podía dormir”. Tan intenso era su odio contra Mardoqueo, que Amán aparentemente se quedó levantado toda la noche de “aquella noche” para construir un elemento de ejecución para el padre adoptivo de Ester.
De ese modo podría estar listo y esperando para la acción antes de que pudiera ir a la mañana siguiente a peticionar ante el rey la ejecución. Mientras que Ester daba vueltas en la cama, alternando entre oraciones de desesperación e inútiles intentos de conciliar el sueño, Amán felizmente ingeniaba la muerte y de Mardoqueo. Mientras tanto, la Biblia nos dice que: “Aquella noche el rey no podía dormir” Quizás para ayudar a vencer su insomnio divino, el rey pidió que alguien le leyera las crónicas de la corte (Si hay algo que lo haría quedarse dormido, con seguridad, eso era leer las crónicas reales).
El siervo leía en tono monótono, mientras que el supremo monarca persa miraba el cielorraso. De repente, su atención se detuvo en un párrafo que describía las obras de un escriba real llamado Mardoqueo. Este hombre había sabido de un complot para asesinar al rey, tramado por dos de sus propios sirvientes. Mardoqueo había reportado las noticias a la reina Ester y ella certificó la validez del informante y de ese modo quedó registrado en el diario real. – ¿Qué honor o reconocimiento ha recibido Mardoqueo por esto? –preguntó el rey.
Cuando supo que no se le había hecho nada, el rey actuó inmediatamente. Tú puedes estar atravesando una mala noche o tal vez una mala semana, amigo, pero hoy te pido que recobres tu ánimo. Solo porque estás pasando por un tiempo de insomnio, eso no significa que tenemos un Rey que está roncando. La Biblia dice: “Jamás duerme ni se adormece el que cuida de Israel”. Cuando enfrentas una crisis tipo “aquella noche” que roba tu sueño, recuerda que tu Rey también está bien despierto. ¿Y qué hacen los reyes cuando no pueden dormir? Revisan los anales.
Y vemos que recompensa demorada no es recompensa denegada. Lo que Ester no sabía era que aunque Amán pudo no haber dormido, tampoco el rey lo había hecho. “Aquella noche el rey no podía dormir…”. Aún cuando Amán ingeniaba la ejecución de Mardoqueo, un rey insomne revisaba las crónicas y descubría las buenas obras de Mardoqueo. Dios siempre revisa los registros y Él siempre planea una recompensa. Recuerda: Cuando los planes de Amán se toparon con los del rey, entonces lo que el rey ha planeado en secreto es revelado en público. Ester 6:1 comienza con: “Aquella noche…”. Pero Ester 8:1 comienza con: “Ese mismo día…”. No siempre es una mala noche: muchas veces parece una mala noche. Una mala noche puede transformarse en un buen día si la fe no ha desmayado. Tú puedes sentir que has pasado por un mala semana o un mal mes, pero recuerda: ¡Tu Rey todavía está despierto! “Por la noche durará el llanto, el lamento y a la mañana vendrá la alegría”.
Cuando todavía el rey estaba analizando la recompensa que podía darle a Mardoqueo, apareció Amán para pedir la cabeza de este. Según la Biblia, el rey le hizo una pregunta al acusador de Mardoqueo: “¿Cómo se debe tratar a un hombre a quien el rey desea honrar?” Entonces Amán dijo para sí: “¿A quién va a querer honrar el rey sino a mi?” Amán no podía creer que le hayan dado “carta libre” para cumplir su propio sueño. A medida que seguimos leyendo, descubrimos que la respuesta de Amán fue pedir el manto real, el caballo del rey y “la corona real que está puesta en su cabeza”. Amán comenzó “ese día” con grandes esperanzas. Pero los planes de Amán se chocaron de frente con los del rey y las cosas cambiaron para siempre. ¿Puedes imaginarte la escena? Justo cuando Amán había comenzado a decir: “Ahora, su majestad, acerca de Mardo…”, recibió una interrupción abrupta de parte del rey. Este monarca insomne tenía un reconocimiento real que hacer.
Habiendo escuchado el plan soñado de Amán, el rey respondió: “¡Esa es una excelente idea!”. – Amán toma mi caballo y mi capa y mi corona. Haz absolutamente todo lo que has dicho… –Amán baja la cabeza en falsa modestia mientras se infla de orgullo en expectación de ser tan grandemente honrado– …a Mardoqueo, el que se sienta a la puerta. ¡Lo que Ester, y quizás Mardoqueo, pensaron que sería un mal día, se transformó en un buen día! A veces nos deprimimos, viendo cómo nuestro enemigo acumula cosas, pero ¿pudiera ser que, según los planes del Rey, el enemigo no estuviera acumulando para sí mismo? ¿Y si simplemente está acumulando y cuidando las cosas nuestras hasta que llegue nuestro turno? Dios sí puede obrar en la oscuridad (de hecho, Él hace Su mejor trabajo en nuestras horas más oscuras). Ciertamente Él puede cambiar nuestra “mala noche” por un día bueno. Los hizo con Ester, ¡lo hará con nosotros también!